viernes, 25 de septiembre de 2015

VIAJE a la Mariapolis en Makere (Kigoma)

¡ Hola a tod@s ! 
Ya estoy de nuevo por aquí después de más 10 días intensos de viaje y de mudanza.

Como os adelanté, la semana pasada me fui a la región de Kigoma, en concreto al pueblo de Makere a la reunión anual del Movimiento de los Focolares que se llama "Mariápolis". 
Llegar hasta allí nos supuso dos días de viaje, pues está a más de 1000 kilómetros de Iringa. 

Desde aquí viajamos directamente a Tinde, donde tuvimos que coger otra furgoneta que tras un atardecer precioso nos dejó ya de noche en Kahama.

Antes de llegar a Kahama vimos a nuestra izquierda una de las minas de oro de las que más metal se extrae de Tanzania.  

Ya en la estación de autobuses, nada más bajarnos ya nos estaban esperando los locales para ofrecernos billetes de autobús a cualquier parte de Tanzania, Burundi. E incluso a Rwanda. Fuimos a la oficina donde podríamos comprar el billete a Makere y así lo hicimos. En la misma oficina, preguntamos al chico que nos atendió por un sitio para dormir y muy amablemente nos llevó hasta el lodge donde pasaríamos la noche por poco más de 6€ cada uno. 
A las 6 de la mañana del siguiente día pusimos rumbo a Makere en un autobús típicamente africano: en un lado filas de dos asientos y en el otro de tres. 
La carretera era bastante buena hasta que a las dos horas nos desviamos hacia la carretera que nos dirigía a Kigoma y que era de tierra.
¡ Os podéis imaginar los baches que tenía y el polvo que entraba por las ventanillas ! Aún así el trayecto fue precioso, a los dos lados de la carretera las aldeas más puramente tanzanas rodeadas de plataneros y de pequeños campos de cultivo se mezclaban con bosques profundos. 



Algunos niños esperaban el paso de los autobuses y los adultos jugaban al billar, charlaban con los amigos sentados en la carretera, o labraban la tierra bajo un sol agotador. 


Al rato paramos para hacer un descanso y comer algo. En estas paradas hay mujeres ofreciendo por la ventanilla galletas, uvas, refrescos, cacahuetes y niños vendiendo huevos duros por las ventanillas del autobús. 
Una escena que se repite en cada parada que hace cualquier autobús en el país.

Makere está situado en la carretera que va desde Kahama hasta la ciudad de Kigoma, situada a orillas del Lago Tanganika, el lago más profundo del mundo. 

A su vez este pueblo está cerca de la frontera con Burundi, y el campo de refugiados de Nyarugusu tiene una de sus entradas más concurridas solo dos kilómetros del pueblo. 


Debido a esto, los camiones de UNICEF, de UCHNR y los todoterrenos de diferentes asociaciones y ONGs como Save the Children u Oxfam no dejaban de pasar por la carretera dejando una nube de polvo roja. 


Y en este sitio alejado de cualquier ciudad civilizada y a unos pocos minutos de la otra gran ciudad, Nyarugusu, pasamos cuatro maravillosos días en los que sin quererlo te olvidas de todo y te introduces completamente en el día a día de la gente.


Cocinabamos todos los días lo mismo para desayunar, comer, y cenar: arroz con judías pintas. Sí, para desayunar. Cuando no hay dinero para comprar pan, pues se come arroz que igualmente son hidratos de carbono. Comimos con las manos, nos duchamos con cubos de agua, nos reuníanos en un tronco y bailamos y cantamos mucho. 


También tuvimos tiempo para ver el pueblo de Makere. Un pueblo que como os he contado antes vive del campo de Nyarugusu. Allí para mucha gente de diversos colectivos a comer y comprar; incluso los recintos de Cruz Roja y las casas de los empleados de UNICEF estaban allí mismo. El lunes era el día grande del pueblo, cuando el mercado está a reventar de verduras, ropa y zapatos de segunda mano y objetos diversos y no nos lo podíamos perder. 


Nos enfadó mucho ver un puesto en el que estaban vendiendo comida y diferentes facilidades destinadas al campo de refugiados como comida deshidratada de WFP (World Food Program) y linternas y mantas de UCHNR. 


Uno de los días que fuimos por la tarde a dar una vuelta al pueblo tuve la suerte de conocer a Peter, un Tanzano que trabajaba en UCHNR y descaradamente le conté lo que habíamos visto y le transmití nuestro enfado. Me admitió que "oficialmente" no sabe nada de ese tema, pero que está ocurriendo. Quizá en los días de permiso que los refugiados tienen ofrecen a alguien productos que no necesitan en ese momento a cambio de dinero para cubrir otras necesidades. 


Tengo que agradecer a toda la gente que estuvo allí la gran acogida que me hicieron, no querían que ayudase a nada ni "que agachase el lomo", pero pronto se dieron cuenta que yo soy una "mzungu" diferente. 

Normalmente nosotros entendemos por "mzungu" simplemente "persona de raza blanca", pero el significado va más allá. Cuando África se empezó a colonizar por los europeos, llamaban "mzungus" a los hombre blancos que iban de un lado a otro buscando tierras que apropiarse. Javier Reverte en su libro El sueño de África dice que "un mzungu" hoy en día es eso: "un extranjero, una persona que viene de fuera pero que sigue el viaje y no se detiene, que no se está quieta en ningún lugar". Algo así como un vagabundo extranjero.


Yo en estos casi dos meses que llevo aquí me he dado cuenta que te llaman "mzungu" cuando te ven por la calle, sin interactuar con nadie y cuando sólo te rodeas de blancos. Vamos, a nosotros nos llamaron "mzungu" durante 3 días contados. Cuando la gente se acostumbra a verte comprar en el mercado, cuando intentas hablar en su lengua (aunque el Swahili te tienda una trampa y digas "nos casamos el lunes" en lugar de "nos vemos el lunes"), en definitiva; cuando te integras en lugar en el que estás ya no te dicen "mzungu". Y es que lo que me gusta es eso, dejar atrás las comodidades y adaptarme a lo que venga, en definitiva: ser una más.  

Yo y mi compañera de aventuras y amiga Juliette dejamos el lugar un día antes que los demás porque teníamos que llegar a Iringa el domingo, porque ella viajaba a otro lugar el lunes. Como despedida, nos organizaron una velada donde las palabras de agradecimiento se fundían con canciones pegadizas de ritmo africano puro. Esa noche nos costó dormir, quizá porque sabíamos que los viajes en autobús en Tanzania  son una verdadera aventura.
El que antes de venir a Tanzania piense que su viaje le va a salir según lo planeado, que se quite esa idea de la cabeza y se deje sorprender por lo que venga, os voy a contar el por qué. De vuelta a Iringa teníamos que coger 2 autobuses el sábado, dormir en un lugar llamado Shinguida y coger otro autobús el domingo por la mañana directo a Iringa. En el puestecillo donde venden los billetes solo puedes comprar el del viaje que vas a emepezar, no el del segundo autobús, por lo que al llegar al destino tienes que hacerte con el segundo billete. Compramos Makere- Kahama y hasta Kahama fue todo bien, si no fuera por los interminables baches de la carretera y la acumulación de judías pintas que tenía en el estómago. 


Ya en Kahama preguntamos por el autobús a Shinguida y nos dijeron que a esas horas (las 15h) ya no salía ningún bús más para allá, pero nos aseguraron que si cogíamos un dala-dala (furgonetilla local) nos llevaría hasta Iguna y desde allí podríamos finalmente coger el autobús hasta Shingida, aunque llegaríamos a media noche. Por supesto, nos fiamos y cogimos ese dala-dala. El viaje en ese medio de transporte es bastante incómodo porque suele estar abarrotado de gente y a veces puede llegar a der agobiante, pero yo cogí asiento vip: al lado de la ventanilla y este fue el atardecer que pude contemplar, de película. 


Un atardecer que te reconcilia interiormente, que te da fuerzas y te carga las pilas para seguir apretujada entre 4 personas durante tres horas más. Cuál fue la sorpresa cuando llegamos y nos dice el mismo conductor que sí que había autobuses, que a esas horas ya no hay autobuses. Nos lo tomamos con calma y fuimos a un Lodge muy correcto a dormir. Con mosotras también vino un hombre con el que empezamos el viaje en Makere y que iba a Shinguida. Antes de meternos a la cama llamó a la puerta para pregubtarnos si queríamos ir con él en el coche de un amigo que pasaba por ese pueblo a las 5 de la mañana y se dirigía a Shinguida, no lo dudamos y con los ojos medio cerrados, nos topamos antes del amanecer con un trailer que llevaba dos containers cargados de algodón. Al parecer el conductor no era su amigo, si no su hermano, y como véis el coche era más grande de lo que nosotras pensábamos. Ni nos paramos a pensar en el riesgo que suponía montarnos en un camión con gente que apenas conocíamos, pero a veces ese sexto dentido que dicen que tenemos las mujeres funciona a la perfección. 

Después de varias horas de viaje llegamos a Shinguida y nos despedimos de nuestros amables amigos, que nos habían hecho un favorazo llevándonos hasta allí gratis en este vehículo tan particular. 

Sí, no os penséis que por ser blanca aquí te pide dinero por la calle todo el mundo, hay mucha gente buena dispuesta a ayudar sin recibir nada a cambio. 

Y así terminó nuestra aventura, llegando sanas y salvas a Iringa, con un olor importante a pescado impregnado en la ropa después de que tres vendedoras se subieran al autobús y un buen número de pasajeros se decantase por comprar una pieza para cenar. 

Me queda pendiente contaros algo más sobre Nyarugusu. Gracias al párroco de Makere, tuve la enorme fortuna de poder acceder a una parte del campo con él y poder ver y sentir cómo es la vida de los habitantes de Burundi y del Congo que huyen de su país por riesgo de muerte.

Además, esta semana os seguiré contando qué tal mi nueva vida aquí, me he mudado a otra casa y me he hecho con una bici para ir al colegio a dar clase. A falta de confirmación también os diré lo que me van a "echar" los Reyes Magos.

¡ Buenas noches ! 
Marta/

3 comentarios:

  1. Hola Marta, somos la yaya Manoli y la tía Mari Tere!!!! Menuda aventura la vuelta a Iringa!!!! Dice la yaya que cómo fuisteis tan lanzadas para ir en un camión con desconocidos, y yo le digo que la juventud es así, jaja. Me imagino que vosotras, que llevais un tiempo por esas tierras, ya sabeis un poco cómo es la gente. Nos llama la atención el buen aspecto que tienen los niños y dice la yaya que ellos cuando eran pequeños tb. comían muchas legumbres, y han crecido muy sanos. Nos han gustado mucho las fotos de los atardeceres .
    Bueno Marta, esperamos impacientes que nos cuentes como es tu nueva familia.
    Muchos besos de todos.
    Tunakupenda.

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    1. ¡ Hola yaya y hola tía !
      La chica que venía conmigo, Juliette es de aquí, de Tanzania y estuvo todo el viaje hablando con el hombre que os he contado. Por eso nos animamos a ir con él, a ella le dio buen feeling y vio que nada podía pasar.
      En esta zona de Tanzania no se pasa hambre como tal, hay muchas legumbres y mucho maíz, por lo que es lo se alimentan de eso.
      Un beso muy grandeeeeeeee

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  2. Hola PRIMA , me gustaría estar donde estas tú ¿Qué estas aprendiendo todo este año y lo que te queda de meses? Se que te esta encantandolo que estas haciendo . Me gustan tus fotos que sacas y luego envías al blog .¡VIVA LA JUVENTUD ! Tu aventuras son súper emocionantes :)

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