jueves, 15 de octubre de 2015

Dar Es Salaam

Karibuni tena !! (Bienvenidos de nuevo)

Gracias a los que me recordáis que actualice el blog para contaros mis nuevas experiencias. Aunque a veces me de algo de pereza, sé que os gusta leerme y ver las fotos que hago. 
En este post no pondré muchas, porque ultimamente estoy disfrutando tanto del paisaje, de la gente o de lo que estoy haciendo que se me olvida hacer fotos.
Hace dos semanas estaba muy muy liada preparando la entrega del Trabajo de Fin de Máster de Neurodidáctica, que por fin entregué el martes día 6. Aquí os dejo la portada:
Si alguien quiere leerlo, que me lo diga y se lo mando por email. Al que sí debéis leer sí o sí es a Jesús, mi tutor del TFM. Tiene un blog llamado "Escuela con cerebro" dedicado a la divulgación de las últimas investigaciones en Neurociencias y cómo aplicarlas en la escuela para sacar el máximo potencial de nuestros alumnos a todos los niveles, no sólo en el académico.
Ese mismo día, para celebrarlo cociné en casa tortilla de patata para todos. ¡ Les encantó! Y a mí me supo a gloria, como siempre ;-) 


Ya más relajada después de la entrega, estuve enseñando a los chavales a los que doy clase a jugar al Dobble. Un juego que también les gusta mucho a mis alumnos de Escuela Ideo con el que consiguen mantener la atención por tiempo más prolongado. Cada día, los 15 últimos minutos de clase, les voy enseñando vocabulario nuevo que aparece en las cartas para que puedan jugar. 



Como escribí en la primera entrada del blog, al aterrizar en Dar es Salam el pasado 31 de julio, lo primero que hice fue ir a resgustrarme como residente en la embajada. Ya me avisaron que me escribirían para invitarme a una fiesta con motivo del día de la Hispanidad, yo no tenía mucha fe de que esa invitación llegase. Uno de los días que más atareada estaba con el TFM, recibí un email que decía así: 


Y como pensáis, no pude rechazar la invitación. Aprovechando que iba a Dar, fui a la playa el sábado para descansar un poco y bañarme en el Índico. Solo ir fue toda una aventura. La zona a la que fuimos se llama Kigomboni beach y para llegar hasta allí hay que coger un ferry desde donde está el mercado de pescado en Dar. Es la única forma de llegar. En llegar desde la casa de los Focolares en la que me quedé, tardamos más de una hora porque por las mañanas el atasco que se forma en la ciudad es descomunal. Aun así, mereció muchísimo la pena como podéis ver:


En esta zona hay muchos hoteles como el que nosotras fuimos (Sunrise Beach Resort) que ofrecen entrada de un día y tienes toalla, sombrilla y hamacas gratis. Además de duchas y baños perfectamente acondicionados para que te vayas a casa sin la salitre del océano. El precio era de 5.000 Tzsh, unos 2,10€ al cambio. Todo un acierto. La playa estaba limpísima y el sitio era simplemente espectacular. 



Por lo que se ve, en esta playa aceptan animales. Un grupo de simpáticas vacas de paseó a sus anchas por la orilla justo cuando nos íbamos. 


Fui con Florence y con Inma. Dos focolarinas de las más alegres que he conocido. 

De vuelta cogimos el ferry que os he contado antes, desde el que había una magnífica vista de la ciudad al atardecer.


¡Llegamos cansadas del sol y de revolcarnos con las olas !
El domingo aroveché para comprarme unas sandalias y un fular en la zona de Kariakoo, la parte más auténtica de la ciudad. Aquí las tiendas de móviles y tecnología en general se mezclan con los puestos de bolsos, zapatos y ropa de segunda mano.


Estas calles pueden ser a veces agobiantes de la gente que hay y de la humedad que hay en Dar. Para refrescarnos probamos en un sitio local el zumo de la caña de azúcar. Una bebida exquisita y muy barata , unos 0,20€ un vaso bien grande. 


Además el domingo mi papi cumplía 57 tacos, que por cierto, los lleva muy bien. Me hizo muchísima ilusión hacer Skype y poder felicitarle como si estuviera ahí ¡Incluso soplé las velas con él ! 


Espero que unos años Skype también permita enviar un trocito de brazo de gitano de la Mallorquina ;-) 

El lunes llegó el día esperado. A través de un grupo de Facebook de Españoles en Tanzania conocí a Raúl y Bahir y empezamos a hablar por Whatsapp. Al principio no estaba muy convencida porque no iba a conocer a nadie, pero ellos me animaron a ir. Y fue lo mejor que podía haber hecho. Según llegué, el embajador estaba allí para recibiernos junto a su mujer, y después entré al jardín de su casa donde allí estaban Raúl y Bahir con más españoles que viven en Dar. 
Al comienzo sonó el himno de Tanzania y a continuación el de España. 


Lo pasamos genial rodeados de jamón, queso, tortilla, paella, calamares, croquetas, empanada y vino de Rioja. Fue un momento que algunos de nosotros que no vivimos en Dar , en cierto modo, necesitábamos. El juntarnos con gente de nuestra tierra, compartir experiencias y reirnos por cosas que nos han ido pasando en los meses que llevamos aquí. Además tuvimos la oportunidad de conocernos y ahora seguimos en contacto. Como la fiesta cayó en lunes, no fue mucha gente,  pero por lo que me dijeron el martes iba a ser mejor.


Era el 8º aniversario del restaurante Samaki-Samaki, una cadena de 3 restaurantes que la abrió un chico español llamado Carlos. Empezó abriendo uno y ahora tiene 3, muy bien localizados. La fiesta empezaba a las 7 de la tarde y había paella gratis. El plan pintaba muy bien. Según llegué conocí a Gabriel. Otro chico español que está trabajando allí con Carlos llevando los restaurantes. Los cocineros estaban haciendo la paella y la gente empezaba a llegar. 


Gente de diferentes países como Turquía, Suiza, Kenia, India, Tanzania, y por supuesto, allí estaban los españoles que conocí la noche anterior y que me llevaron en coche a casa, por cierto.
A la mañana siguiente tenía que coger el bus a Iringa a las 8, lo que suponía levantarme a las 6, pero no me quería ir de aquel lugar. Había buena música, y mucha gente interesante a la que estaba empezando a conocer. Estaba en mi salsa, como se suele decir.
No se podían creer que estuviera en Iringa, en la que dicen "no hay nada". Yo en ese momento no me creía estar en la Tanzania que conozco de gente que lo pasa mal para llegar a fin de mes. Era un sitio internacional, al que iba gente de dinero que seguramente no conocía más ciudades de Tanzania. 
Y yo me volví a Iringa con un poco de nostalgia, pero sabiendo que vengo a mi pueblito, a dar clase a mis chavales, a relacionarme con los locales y a seguir viviendo una vida humilde.  

¡Hasta pronto! 

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