lunes, 26 de octubre de 2015

Fin de semana en Ruaha National Park

¡¡ Mambo !!

No podía dejar pasar más tiempo sin contaros las aventuras de este fin de semana en Ruaha National Park, el parque nacional más extenso de Tanzania y uno de los menos frecuentados por los turistas. Esto es debido a que se encuentra en el centro del país, muy alejado de la zona norte, en la que se encuentran los parques con más fama como el Serengueti o el área de conservación del Ngorongoro.


Para llegar a Ruaha tardamos unas dos horas y media desde Iringa, fuimos en un Land Cruiser un poco anticuado pero precioso. Un coche robusto con el que nos pudimos adentrar por cualquier camino del parque para acercarnos mejor a  "presas" de nuestros ojos y objetivos.

A 16 kilómetros de llegar a la entrada de Ruaha N.P pinchamos la rueda, pero paramos y en menos de 10 minutos ya estaba arreglada. Debe ser la costumbre de pinchar a menudo en una carretera de tierra y repleta de baches.


Al llegar a la entrada del parque lo primero que hay que hacer es pagar la entrada, son 30$ para extranjeros y 5.000 Tzch (unos 2,15€)  para los tanzanos. Además esta vez me iba a quedar a dormir dentro del parque una noche. La opción más barata de alojamiento también son 30$. Una vez dentro del parque, la entrada vale para 24 horas, lo que suponía que el domingo tendríamos que salir a las 12:30 de la mañana. 



Desde la entrada principal, la carretera es recta hasta llegar a un puente sobre el Río Ruaha, un río cuyo caudal es muy grande en la época de lluvias, pero que ahora debido a que lleva sin llover unos tres meses, está casi seco. Las pequeñas zonas en las que aun hay agua las aprovechan los animales para ir a beber, lo que supone una gran oportunidad para avistar todo tipo de animales en el río. En esta ocasión encontramos un simpático grupo de hipopótamos en la orilla.


Al otro lado del puente vimos una manada de elefantes en busca de agua.


Esta zona del río Ruaha siempre tiene agua a diferencia de otros tramos que están completamente secos. Como podéis ver, los cocodrilos aquí son abundantes.



Este viaje de fin de semana lo compartí con Ferrán y Rocío, una pareja valenciana majísima que está de voluntariado en un colegio de Mafinga y a la que conocí a través de la página de Facebook "Españoles en Tanzania". Vinieron la semana pasada a Iringa a buscar un safari por Ruaha y al final me uní a ellos en esta aventura. 


Después de pasa el puente fuimos directos a nuestro alojamiento. Se llaman "bandas" y son unas pequeñas cabañas circulares a orillas del río Ruaha. Dentro cuentan con dos camas y sus correspondientes mosquiteras. Las duchas y los baños son compartidos y se encuentran normalmente a unos 30-40 metros de las bandas.
 Nada más llegar vimos un grupo de elefantes justo en las bandas en las que íbamos a dormir. Los guardas les asustaron con piedras y entramos a dejar las mochilas.



Todos pensamos inmediatamente en cómo pasaríamos la noche sin saber qué animales estaban a nuestro alrededor y con la incertidumbre de saber de qué forma íbamos a ir al baño si teníamos alguna emergencia. Más tarde nos dijeron que deberíamos llamar al ranger de la zona para que nos acompañase al servicio con el fusil cargado por si acaso...

Después de la parada en las bandas, comenzamos a visitar el parque hacia las 3 de la tarde, estaba nublado y el sol empezaba a bajar lentamente.
Una de las aves que más me gustaron fue el águila de cabeza blanca. Esta se dejó fotografiar posando en la rama de una acacia.


Seguimos el viaje y aparecieron varias jirafas a nuestro paso. Las jirafas es uno de los animales que más me sorprendió la primera vez que las vi. A diferencia de otros animales de cuatro patas, las jirafas andan moviendo las dos patas del mismo lado a la vez, lo que hace que su caminar sea muy elegante a la vez que parecen descoordinadas. Con esas patas y ese cuello tan lago, al correr parece que se vayan a caer. 


Después de ver las jirafas, uno de los momentos más especiales de las tres veces que he estado en Ruaha estaba a punto de llegar. Vimos una pequeña manada de búfalos cerca del río, a lo lejos. Nuestro guía Emmanuel nos dijo que la manada más grande que habita en Ruaha es de unos 600, pero que normalmente se encuentran en la zona sur del parque, en la región de Mbeya. Bueno, pues esta manada no era tan pequeña como parecía, según íbamos avanzando los búfalos aparecían por todos lados. Emamanuel paró el coche y pudimos hacer muy buenas fotos. 






Estábamos eufóricos, la manada resultó ser de unos ¡ 500 búfalos !, una experiencia impresionante. No hay que olvidarse que entre los 5 animales más peligrosos de la sabana, el búfalo ocupa la 4ª posición después del león, el elefante y el rinoceronte. El quinto es el leopardo. 

En Ruaha no hay leopardos, pero sí leones, muchos. Aun no les habíamos visto y el cielo empezaba a oscurecerse. Eran en torno a las 18h y ya deberíamos estar de vuelta a las bandas, pero tanto nosotros como nuestro guía Emmanuel no nos queríamos ir a dormir sin ver a los leones. Y como dicen el que espera, obtiene su recompensa. Nos cruzamos con otro coche y su conductor nos dijo que a unos 200 metro más adelante veríamos una manada de leones en el río. Y así fue. Bajamos con el Land Cruiser hasta la orilla, una zona muy arenosa y allí estaban descansando 9 leones. De los adultos, sólo dos de ellos eran machos. Además nos sorprendió el león de la derecha del todo, estaba raquítico y el color de su piel era más oscuro de lo habitual. Emmanuel nos dijo que seguramente estaba enfermo. 



Después de haber comido, los leones pueden estar de 2 a 3 días sin volver a cazar. Se pasan el día descansando y sólo se mueven para ir a buscar agua. Los leones , como todos sabéis son carnívoros, y solo viven entre 25 y 30 años. Todos los animales carnívoros viven muchos menos años que los herbívoros, por lo que Emmauel nos recomendó seguir una dieta vegetariana si queremos vivir durante más años.  


Al irnos casi entramos en pánico porque a Emmanuel le encanta acelerar sin tener la marcha metida para que los leones se sevanten y los podamos ver mejor. Pues el coche se quedó encajado en la arena y no había forma de moverlo. Y aunque el coche iba equipado con una pala en la puerta del maletero, a ver quién se atrevía a liberar las ruedas de la arena... Al final Emmanuel consiguió sacar el coche cuando ya todos empezábamos a sudar la gota gorda con los leones levantados y mirándonos fijamente.

Ya de vuelta a las bandas y sin apenas luz del día, una hiena nos sorprendió. Era la primera vez que veía una y me pareció un animal fuerte y peligroso. Quizá esta hiena fuera la misma que nos sorprendió en la terraza del bar del parque tomando una cerveza después de cenar. o quizá fuese otra. Dicen que al anochecer suelen acercarse a husmear la basura de los cubos. 


La noche fue muy tranquila, no escuchamos el ruido de ningún animal a nuestro alrededor y todos dormimos muy bien aunque poco. A las 6 de la mañana habíamos quedado con Emmanuel para ir a ver el amanecer. Afortunadamente el cielo estaba despejado y la luz de las primeras horas de la mañana era espectacular. 


 Fuimos hasta este precioso baobab que estaba en un pequeño alto para poder observar cómo salía el sol por el horizonte.


Era un sol anaranjado y muy grande, como el que la mayoría de nosotros hemos visto en las películas o en documentales sobre el continente africano. Me sorprendió mucho la rapidez con la que la Tierra gira haciendo que el sol se vea por completo en pocos segundos. 


Ya de vuelta en las bandas, las vistas desde la orilla del río eran preciosas. 


Pudimos ver también de cerca las huellas que los animales dejan en la orilla del río cuando van a beber.


Ante de salir con el coche del  campamento, nos asomamos a la entrada a ver si había "alguien" y allí estaba una jirafa para darnos los buenos días.


Continuamos la visita al parque y pronto encontramos un grupo de impalas machos, dos de ellos estaban luchando por ver quién lucharía contra el macho de otro grupo de de impalas en el que todas son hembras excepto él. 


Después de rodear una de las montañas de Ruaha en busca de leopardos y no encontrarlos, Emmanuel decidió ir hacia otra zona del parque en la que el paisaje cambia completamente: aparecen las palmeras y hay más vegetación.


En esta zona también suele haber leones y guepardos, pero al contrario que en agosto cuando fui con mis compis de Asante Afrika 2015, no vimos ninguno.


Lo que sí vimos fueron elefantes andandno por el cauce seco del río.



A continuación volvimos a otra zona del parque en busca de leones y lo primero que nos encontramos fueron kudus. Estos animales son una especie de mezcla entre camello y ciervo podríamos decir, y son una de las comidas favoritas de los leones ya que son grandes y fáciles de cazar, pues no corren rápido. El kudu es, además, el símbolo de Ruaha National Park.



Y donde hay kudus, suele haber leones. ¡ Por fin los encontramos ! Era una pareja jóven "de luna de miel". Estaban descansando pero aprovechamos cuando levantaron la cabeza para hacerles algunas fotos y observarles muy detenidamente. El león sigue siendo mi animal preferido a falta de haber visto el leopardo o el guepardo. Pero la belleza de sus grandes cabezas, sus ojos color miel y su mirada penetrante es muy difícil de superar.




Para terminar nos asomamos de nuevo a la zona del río Ruaha que más agua tenía y nos despedimos de este maravilloso parque  contemplando una jirafa adulta. 



Para mí era la tercera vez en Ruaha, y aunque ya conozco bien el parque, todas las veces han sido diferentes. Todas espectaculares, pero esta vez ha sido sin duda de la que más he disfrutado.  partir de la semana que viene empezarán las lluvias y el pasisaje cambiará completamente, convirtiendo la sabana en una alfombra verde hasta que vuelva por completo la estación seca, más o menos en junio. También será otra experiencia muy buena poder ver el parque en febrero cuando vengan mis padres, ¡estoy deseando repetir!. 

¡ Gracias como siempre por leerme !
Espero vuestros comentarios

Marta.




jueves, 15 de octubre de 2015

Dar Es Salaam

Karibuni tena !! (Bienvenidos de nuevo)

Gracias a los que me recordáis que actualice el blog para contaros mis nuevas experiencias. Aunque a veces me de algo de pereza, sé que os gusta leerme y ver las fotos que hago. 
En este post no pondré muchas, porque ultimamente estoy disfrutando tanto del paisaje, de la gente o de lo que estoy haciendo que se me olvida hacer fotos.
Hace dos semanas estaba muy muy liada preparando la entrega del Trabajo de Fin de Máster de Neurodidáctica, que por fin entregué el martes día 6. Aquí os dejo la portada:
Si alguien quiere leerlo, que me lo diga y se lo mando por email. Al que sí debéis leer sí o sí es a Jesús, mi tutor del TFM. Tiene un blog llamado "Escuela con cerebro" dedicado a la divulgación de las últimas investigaciones en Neurociencias y cómo aplicarlas en la escuela para sacar el máximo potencial de nuestros alumnos a todos los niveles, no sólo en el académico.
Ese mismo día, para celebrarlo cociné en casa tortilla de patata para todos. ¡ Les encantó! Y a mí me supo a gloria, como siempre ;-) 


Ya más relajada después de la entrega, estuve enseñando a los chavales a los que doy clase a jugar al Dobble. Un juego que también les gusta mucho a mis alumnos de Escuela Ideo con el que consiguen mantener la atención por tiempo más prolongado. Cada día, los 15 últimos minutos de clase, les voy enseñando vocabulario nuevo que aparece en las cartas para que puedan jugar. 



Como escribí en la primera entrada del blog, al aterrizar en Dar es Salam el pasado 31 de julio, lo primero que hice fue ir a resgustrarme como residente en la embajada. Ya me avisaron que me escribirían para invitarme a una fiesta con motivo del día de la Hispanidad, yo no tenía mucha fe de que esa invitación llegase. Uno de los días que más atareada estaba con el TFM, recibí un email que decía así: 


Y como pensáis, no pude rechazar la invitación. Aprovechando que iba a Dar, fui a la playa el sábado para descansar un poco y bañarme en el Índico. Solo ir fue toda una aventura. La zona a la que fuimos se llama Kigomboni beach y para llegar hasta allí hay que coger un ferry desde donde está el mercado de pescado en Dar. Es la única forma de llegar. En llegar desde la casa de los Focolares en la que me quedé, tardamos más de una hora porque por las mañanas el atasco que se forma en la ciudad es descomunal. Aun así, mereció muchísimo la pena como podéis ver:


En esta zona hay muchos hoteles como el que nosotras fuimos (Sunrise Beach Resort) que ofrecen entrada de un día y tienes toalla, sombrilla y hamacas gratis. Además de duchas y baños perfectamente acondicionados para que te vayas a casa sin la salitre del océano. El precio era de 5.000 Tzsh, unos 2,10€ al cambio. Todo un acierto. La playa estaba limpísima y el sitio era simplemente espectacular. 



Por lo que se ve, en esta playa aceptan animales. Un grupo de simpáticas vacas de paseó a sus anchas por la orilla justo cuando nos íbamos. 


Fui con Florence y con Inma. Dos focolarinas de las más alegres que he conocido. 

De vuelta cogimos el ferry que os he contado antes, desde el que había una magnífica vista de la ciudad al atardecer.


¡Llegamos cansadas del sol y de revolcarnos con las olas !
El domingo aroveché para comprarme unas sandalias y un fular en la zona de Kariakoo, la parte más auténtica de la ciudad. Aquí las tiendas de móviles y tecnología en general se mezclan con los puestos de bolsos, zapatos y ropa de segunda mano.


Estas calles pueden ser a veces agobiantes de la gente que hay y de la humedad que hay en Dar. Para refrescarnos probamos en un sitio local el zumo de la caña de azúcar. Una bebida exquisita y muy barata , unos 0,20€ un vaso bien grande. 


Además el domingo mi papi cumplía 57 tacos, que por cierto, los lleva muy bien. Me hizo muchísima ilusión hacer Skype y poder felicitarle como si estuviera ahí ¡Incluso soplé las velas con él ! 


Espero que unos años Skype también permita enviar un trocito de brazo de gitano de la Mallorquina ;-) 

El lunes llegó el día esperado. A través de un grupo de Facebook de Españoles en Tanzania conocí a Raúl y Bahir y empezamos a hablar por Whatsapp. Al principio no estaba muy convencida porque no iba a conocer a nadie, pero ellos me animaron a ir. Y fue lo mejor que podía haber hecho. Según llegué, el embajador estaba allí para recibiernos junto a su mujer, y después entré al jardín de su casa donde allí estaban Raúl y Bahir con más españoles que viven en Dar. 
Al comienzo sonó el himno de Tanzania y a continuación el de España. 


Lo pasamos genial rodeados de jamón, queso, tortilla, paella, calamares, croquetas, empanada y vino de Rioja. Fue un momento que algunos de nosotros que no vivimos en Dar , en cierto modo, necesitábamos. El juntarnos con gente de nuestra tierra, compartir experiencias y reirnos por cosas que nos han ido pasando en los meses que llevamos aquí. Además tuvimos la oportunidad de conocernos y ahora seguimos en contacto. Como la fiesta cayó en lunes, no fue mucha gente,  pero por lo que me dijeron el martes iba a ser mejor.


Era el 8º aniversario del restaurante Samaki-Samaki, una cadena de 3 restaurantes que la abrió un chico español llamado Carlos. Empezó abriendo uno y ahora tiene 3, muy bien localizados. La fiesta empezaba a las 7 de la tarde y había paella gratis. El plan pintaba muy bien. Según llegué conocí a Gabriel. Otro chico español que está trabajando allí con Carlos llevando los restaurantes. Los cocineros estaban haciendo la paella y la gente empezaba a llegar. 


Gente de diferentes países como Turquía, Suiza, Kenia, India, Tanzania, y por supuesto, allí estaban los españoles que conocí la noche anterior y que me llevaron en coche a casa, por cierto.
A la mañana siguiente tenía que coger el bus a Iringa a las 8, lo que suponía levantarme a las 6, pero no me quería ir de aquel lugar. Había buena música, y mucha gente interesante a la que estaba empezando a conocer. Estaba en mi salsa, como se suele decir.
No se podían creer que estuviera en Iringa, en la que dicen "no hay nada". Yo en ese momento no me creía estar en la Tanzania que conozco de gente que lo pasa mal para llegar a fin de mes. Era un sitio internacional, al que iba gente de dinero que seguramente no conocía más ciudades de Tanzania. 
Y yo me volví a Iringa con un poco de nostalgia, pero sabiendo que vengo a mi pueblito, a dar clase a mis chavales, a relacionarme con los locales y a seguir viviendo una vida humilde.  

¡Hasta pronto!